Evidentemente
a estas alturas nadie va a descubrir lo que es este engendro de club llamado
Vespeando. A nadie le va a pillar por sorpresa lo que la dirección, como un
aquelarre, está haciendo con sus socios. Pero esta vez ha pasado de la sinvergonzonería
a la tortura.
Las
peticiones que los súbditos (porque estoy seguro que a estos caciques les
encantaría cambiar la palabra de socio por la de súbdito) llevan haciendo a la
presidencia son solo dos: la primera, muy legítima, como parte del espíritu
lúdico de cualquier asociación: ¡Un pueblo, un botellín! (voz con la que se
alzó en rebeldía parte de la cúpuladel “club”); y la segunda educativa: ¡Queremos viajes culturales! Pues bien,
escribiremos cómo han atendido los diligentes de la asociación estas
peticiones:
En
primer lugar, a la solicitud de ser más frecuente el refresco en las rutas, se lo han tomado
de la siguiente manera: elegimos para la salida el fin de semana más cercano al
solsticio de verano, cuando el asfalto arde, y lo que hacemos es tomar la ruta
con más pueblos, la Sagra, y si es posible que los semáforos coincidan con las
terrazas con sillas de mimbre de los bares. Pero por supuesto, no paramos ni de
coña. De esta manera pasaron miles de poblaciones ante nuestras gargantas
secas. Hasta que como un gesto magnánimo nos dieron de beber como a Jesucristo
subiendo el Calvario. Una forma clásica de asegurarse la sumisión: la búsqueda
del síndrome de Estocolmo.
En
segundo lugar, y aprovechando las temperaturas, eligen como viaje cultural ¿un
museo con aire acondicionado?, ¿unas cuevas con sus estalagmitas, frescor y
agua goteando? ¿Al menos la casa donde nació Dolores Ibárruri? Por supuesto que
no: Una zona arqueológica muestrario del IMPERIALISMO romano a la solanera, a
40 grados… Y encima sé a ciencia cierta que hablaron con la guía para que esta
nos recalcara que en el Imperio Romano existían señores y esclavos, y aquello
funcionaba muy bien.
Soberbia.
Todo en la dirección es soberbia: no queréis caldo, pues tres tazas, e
hirviendo.
Y
no sigo porque todos los males de este “club” ya son repetidos, son machacados
en cada crónica que hace MAVO para abrir los ojos a los compañeros, sí,
“compañeros”, porque aquí nos tratamos de tú a tú. No voy a extenderme en las
dos veces que entre el coche escoba y miembros de la organización intentaron
perder (y casi lo consiguen) a vuestro querido camarada Comandante para que no
fuera testigo de todas estas barbaridades; Tampoco lo haré con la sinvergonzonería
de esos socios que solo vienen a estas salidas para que les reparen la moto, o,
lo que es peor, para realizarlas ahorrándose gasolina montados en el coche
escoba con su sagrada vespa encerrada en un remolque; y qué decir de los que
traen a sus parejas pagando estas como socios sin mostrar siquiera el libro de
familia.
No
creo que pueda escribir mucho más sin regar con lágrimas el teclado del ordenador.
Menos mal que en todos los sitios hay personas como Ángel Luis que con su
señorío rompen la sed que nos hace pasar la organización (muchas gracias,
fenómeno), gente que aún siendo torturada no pierde el sentido del humor ni la
dignidad, gente que en las reuniones del club ofrecen soluciones coherentes y
revolucionarias. A ellas les estamos
totalmente agradecidos y les abrimos las puertas de MAVO.
Como
siempre, la de Carranque, ha sido otra de esas salidas vergonzosas que estamos
desando repetir.
Un
abrazo a todos, camaradas.
Comandante Garcea.
El vídeo
Las fotos.
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